Si bien muchos expertos consideran que la ganadería es definitivamente un factor negativo en cualquier ecuación ambiental —por ejemplo, la función de la producción pecuaria en aumento como un aspecto determinante de la deforestación en la Amazonia— un grupo de expertos en alimentación animal argumentó que deberían revisarse los cálculos convencionales para medir la dimensión de la huella ecológica de la ganadería.
Reunidos para el Día de la Agricultura y el Desarrollo Rural en Río+20, estos científicos hicieron un llamado a adoptar un nuevo enfoque en torno al desarrollo pecuario —denominado LivestockPlus— el cual, según sus argumentos, puede contribuir considerablemente a mitigar el cambio climático, generando a su vez beneficios para millones de familias rurales de escasos recursos mediante una intensificación sostenible de la producción de carne y leche.
Su argumento se basa en gran parte en evidencias compiladas en un artículo de revisión publicado recientemente por el CIAT, según el cual, los forrajes tropicales, si se administran bien, pueden capturar enormes cantidades de carbono —a una escala similar a la de los bosques— abriendo a su vez la posibilidad de reducir emisiones de óxido nitroso y metano por unidad de producción de ganado. En representación del CIAT, al igual que de la Empresa Brasilera de Investigación Agropecuaria (Embrapa), el Instituto Internacional de Investigación Pecuaria (ILRI) y el CATIE, los científicos citaron también otras prácticas que pueden impulsar los beneficios ambientales y medios de vida de la ganadería.
Las evidencias expuestas por el CATIE, por ejemplo, indican que estos beneficios se acentúan especialmente con los sistemas silvopastoriles que combinan forrajes mejorados con árboles y arbustos. La experiencia del ILRI en Asia indica además que hay un tramo considerable para mejorar el valor del forraje de residuos de cultivos de cereales y leguminosas. Sin reducir los rendimientos de grano, estos enfoques podrían reducir extraordinariamente las emisiones de metano de la producción láctea —en casi un tercio.
Si bien todas estas opciones brindan beneficios claros en productividad, los agricultores necesitan igualmente otros incentivos para adoptar nuevas prácticas a gran escala. La experiencia en Brasil demuestra que los esquemas de incentivos tributarios pueden ser altamente efectivos para esta finalidad. Otra opción que vale la pena explorar es incluir la siembra de forrajes tropicales en los esquemas de pagos por servicios ambientales (PES, por sus siglas en inglés), con base en lecciones aprendidas de experiencias recientes en Colombia y Costa Rica.
Sin embargo, para lograr que dichos enfoques funcionen, afirma el presidente de Embrapa Pedro Arraes, la investigación tendrá que producir mejores cifras acerca de las emisiones de gases de efecto invernadero y del potencial de mitigación de la ganadería al igual que un repositorio común para almacenar esta valiosa información.
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